En 1916, el bisabuelo de los fundadores, entonces conocido como Salvatore Fundaro, llegó en barco a Nueva York desde Alcamo, Sicilia. A la edad de 10 años, era el mayor de 4 hijos que llegaban con su madre después de un largo viaje.
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Viviendo el sueño americano
Su padre había trabajado en los muelles de Nueva York. Fue estibador durante 2 años para ahorrar dinero y proporcionar el pasaje a Estados Unidos a su esposa e hijos. Esta familia perseguía el «sueño americano». Y estaba dispuesta a correr un gran riesgo para buscar una vida mejor.
Un comienzo trágico
El padre de Salvatore murió accidentalmente en un muelle de Nueva York. La familia quedó desolada. Sin dinero y sin saber hablar inglés, la madre de Salvatore envió a las dos niñas a vivir con unos parientes. Y a los dos niños al orfanato de San Vicente en Brooklyn. Poco después, la madre de Salvatore también murió.
Disgustado con sus parientes por no cuidar de él y de su hermano, Salvatore se cambió el nombre a Theodore Findaro. Admiraba mucho al ex presidente Theodore Roosevelt. Era un héroe americano. Esencialmente, había «americanizado» su nombre e identidad a través de esta crisis familiar.
Visión, esfuerzo y recompensa
Como muchos inmigrantes de todos los orígenes socioeconómicos, Theodore no se dejó intimidar por sus circunstancias. Fue un gran trabajador, un excelente estudiante y mantuvo su fe y su devoción a su familia. Desarrolló habilidades laborales como cortador de ropa en la industria de la confección. Allí hizo su carrera de por vida.
Era un maestro de la negociación, ya fuera comprando ropa para su familia o negociando contratos como líder sindical.
A los 19 años, Theodore se casó con Clara Bucalo, hija de inmigrantes de Menfi (Sicilia). Se convirtió en propietario de una casa. Con el tiempo, su hijo se convirtió en médico y su hija en enfermera. Amaba a Dios, a su país y al béisbol americano. Nada era más importante para él que asegurarse de que sus hijos y nietos recibieran educación para que pudieran crear oportunidades para los demás.
Compromiso con el futuro de la familia
A los 23 años, Theodore se convirtió en ciudadano estadounidense. Fue uno de los días más felices de su vida. Llevó el documento consigo durante semanas alardeando ante amigos y colegas. Todavía se pueden ver los pliegues del certificado de ciudadanía.
6 nietos y 10 bisnietos están ahora prosperando en los Estados Unidos. Todos estamos eternamente agradecidos por la trayectoria de nuestro bisabuelo y de otros miembros de la familia que vinieron tanto de Italia como de Irlanda.
Inspirados por nuestros clientes brasileños que buscan su ciudadanía italiana para la Visa E-2
Recientemente los fundadores de Visa Franchise han reclamado su derecho a la ciudadanía italiana. Tuveron la suerte de que su padre realizara el proceso unos años antes.
Nota: A la luz de la crisis económica y política en Brasil al momento en que este artículo es publicado, muchos de sus amigos y clientes brasileños estuvieron buscando su ciudadanía italiana.
En su mayoría, inician este arduo proceso de reconocimiento de su derecho a la ciudadanía. Italia tiene un tratado de comercio y de intercambio que permite la visa de inversor E-2. Esta visa de inversor permite a un extranjero vivir y trabajar en Estados Unidos. Es renovable cada 5 años. Muchos de ellos tienen bisabuelos nacidos en Italia como es el caso de la familia Findaro.
Ha resultado útil en un reciente viaje a Londres en el que ahorraron horas en la cola de inmigración de la UE.
Muchos países están exentos de visas para los italianos, como Brasil. Mientras que con el pasaporte estadounidense se necesita una visa.
Proporciona flexibilidad para viajar, vivir, trabajar y estudiar. No sólo para mí sino para las generaciones futuras.
El sueño americano sigue vivo
Al igual que la familia de nuestro bisabuelo Theodore, los inmigrantes de hoy en día buscan una vida mejor para sus familias. Y exploran la posibilidad de trasladarse a los Estados Unidos.
En Visa Franchise llevamos a cabo el espíritu de nuestros antepasados. Ayudamos a los extranjeros a encontrar oportunidades de inversión, empleo, educación, seguridad y, en general, una vida mejor para sus familias.
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